miércoles, 16 de enero de 2013

LA AMARGURA DE ERISEL HERNÀNDEZ MORENO



Por Juan Carlos Salazar

            Conocido en el bajo mundo como “La Chela”, Erisel Hernández Moreno, quien se dice columnista, debe ser regresado a su puesto de burócrata en el Gobierno del Estado, pues cobra una plaza que se la regaló  don Juan Sabines Gutiérrez cuando fue gobernador.

            La amargura es el pecado más contagioso que corroe el alma de las personas y las convierte en monstruos despiadados, que emplean el infundio para desahogar su sufrimiento. Es decir, golpean a sus semejantes por puro placer. Así sacan esa frustración que las asfixia.

            Erisel Hernández Moreno tiene fama no por buen columnista, porque no lo es. Un columnista  serio  y profesional  es quien investiga y difunde la verdad, que propone y discute, que hace suya la crítica constructiva como un apostolado, no aquel que usa las páginas y el prestigio de un diario para dar rienda suelta a sus locuras internas y de ellas obtener provecho.


            La vida personal compete a cada quien, es responsabilidad única y nadie tiene derecho a discutirla o a ventilarla porque entonces se incurre en un grave delito. Erisel Hernández Moreno lo ha hecho escudado en la impunidad que da el periodismo. Así ofende a los funcionarios públicos siendo los alcaldes sus clientes preferidos.  

Emplea  epítetos  y  groserías en sus libelos y allí no sólo demuestra la calidad de  su  periodismo, que no pasa de ramplón, sino también su profunda ignorancia porque se puede criticar a los servidores públicos, están expuestos a ello, siempre usando el lenguaje apropiado.

            Pero, como bien dice el adagio: la crítica se toma de quien viene. Esa facultad perversa, traducida en una falsa moralina, es la que ha deshonrado  al  buen periodismo y lo ha metido en un hoyo de podredumbre y cochambre que ha enriquecido a comunicadores  simulados  que,  empleando  una  pluma, atacan sin piedad, como perros rabiosos, con el fin de hacerse del mayor dinero posible.

            Erisel  Hernández  Moreno  tiene  una  plaza  de burócrata. Está comisionado a la biblioteca  pública  del  estado, la Jaime Sabines.  Cobra  sus quincenas con puntualidad  inglesa   pero  jamás  se  le ha visto desempeñarla. Y eso es un bárbaro acto de corrupción  y  de impunidad  que ya quisiera tenerlo cualquier empleado de la burocracia chiapaneca.

¿Puede  Erisel Hernández Moreno ser el juez infalible y honesto como se manifiesta en su columna llamada de Buena Fuente de un periódico de Tuxtla, que no es de buena fuente, sino un escrito de chismes baratos, de difamaciones y de calumnias?  No puede,  porque no  tiene  autoridad moral ni ética si, como se aprecia, está embarrado en la corrupción.  De Erisel Hernández Moreno llama la atención en los cafés la soledad que lo apesadumbra y sus oscuros hábitos que finalmente sólo le pertenecen a él.

¿Puede alguien estar libre de pecado para arrojar la primera piedra?
Su modus  operandi ha sido siempre agredir a los servidores públicos en su panfleto De buena fuente. No conoce los límites porque su instrucción académica es precaria, muy baja, pero sus necesidades y hambre son más fuertes que cualquier principio de decencia  que  pueda tener. Y  ya no digamos conocimientos sobre la ley. Es un campesino originario de Chiapa de Corzo que dejó el arado, la coa y la parcela para tomar por asalto al periodismo.

Encarcelado  en  alguna ocasión por casos bochornosos de presunto abuso sexual,  ese  es  Erisel  Hernández  Moreno  el censor feroz  que suelta todo su veneno en su columna De Buena Fuente y que se cree el dueño absoluto de la verdad, el que puede ofender y lastimar la dignidad y el desempeño de todos los servidores públicos sin  que  nadie  le  diga  nada.  Tiene  un  pasado  borrascoso,  lleno  de suciedad, que sin duda  le impide erigirse como el adalid de la comunicación y, por el contrario, ese pasado lleno de bazofia lo desnuda como un sujeto inmundo que se ampara en la fuerza que da la prensa.

También quiso ser dirigente del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado. Ha sido  su sueño. ¿Se imagina a los sindicalizados con una representación  gremial  así?  Hay  presunciones  de  que  a Nemesio Ponce Sánchez, el poderoso subsecretario de gobierno de Juan Sabines Guerrero, le pidió ese favor con lágrimas en los ojos y  de rodillas en su despacho. Pero Nemesio Ponce no lo complació.

 Cuánto daño hacen al periodismo en sí y a la función pública sedicentes periodistas como  Erisel Hernández Moreno que, agobiados por su vida miserable, llegan a los medios, sobre todo los impresos, para construir fortuna a través de la diatriba y el escarnio. Son esos vagabundos como Erisel Hernández Moreno los sindicados del  desdoro  de  una profesión que la prostituyen por la avaricia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario